Un edificio rosa con puertas cafés alberga a los amantes de la noche, quienes emergen desde los lugares más reconditos de la ciudad para tomarse una chela, escuchar su música favorita y bailar toda la noche.
El bar UTA, ubicado en la calle de Donceles, cerca del metro Allende, se abre cada fin de semana para presenciar la llegada de los amantes del punk, post punk, new wave y, ya entrada la noche, los clásicos ebm y electro dark para poner a bailar a la multitud.
Después de una serie de 'batallas' legales con la delegación Cuauhtémoc, este local de esparcimiento pudo regresar a su calle habitual, a ese edificio en donde todos saben que la fiesta comienza y termina en negro.
Antes de ingresar al bar, un cadenero te pide tu identificación y te revisa, también te obliga a dejar tus pertenencias, como mochilas o bultos, en la paquetería.
Unas largas y viejas escaleras conducen a los dos pisos que tiene el lugar, el cual parece un laberinto, pues tiene dos escaleras y cerca de cinco cuartos, nos pintados de negro y otros de rosa o gris.
Por la tarde, alrededor de las cinco, los jóvenes comienzan a llegar para tomarse unos tragos en la terraza del inmueble, la cual está cubierta con una lona blanca y cuenta con mesas decoradas en blanco y negro.
Cuando dan las siete la terraza está llena de gente vestida con colores oscuros, ellos beben cerveza y sostienen animadas pláticas.
Una hora después los salones de bailen, ubicados en el primer piso, se abren al público y comienza a llegar más gente, la mayoría con looks extravagantes que mezclan el negro con el rojo, el verde, azul eléctrico, rosa y morado.
La música comienza a sonar más fuerte y al caminar por los diferentes cuartos los géneros van cambiando, desde el metal y 80´s en el piso de arriba, hasta el cuarto más grande, el de electro.
El cuarto de color gris, el del bailongo, el del ebm y electro, es el más grande. Adornado con candelabros al estilo victoriano que cambian de color del verde al rojo, con una barra donde sólo venden cerveza y una plataforma donde se encuentra el DJ.
La gente comienza a entrar a ese cuarto y bailan sin parar, los beats suben de ritmo y todos saltan y se mueven sin parar. Así pasan cerca de tres horas y cada vez se acerca la hora de retirarse a casa.
Alrededor de todo el local se encuentran anuncios que cortan los ánimos de aquellos que no tienen auto o no tiene para pagar el taxi. Estos carteles exponen que, a las 3 de la madrugada se cierra el local y a las dos y media se cierra la barra.
Gracias a ese ley se acabaron las noches enteras de baile hasta las siete de la mañana, las veces que los chicos se quedaban en la calle, a la puerta del metro Allende, para esperar que abrieran y mataban el tiempo platicando y bajandose la borrachera.
Aún así la gente se sigue reuniendo cada fin de semana para divertirse un rato en la UTA, platicando o bailando, escuchando su música y encontrándose a sus amigos; aunque el bar ya adviertió cobrar cover de 35 pesos apartir del primer sábado de septiembre.
Ace.
Hace 1 mes

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