Hombre de “compromisos cumplidos”, bonito rostro, copete como el de ninguno, novia de telenovela y dependiente del poder mediático. Enrique Peña Nieto ha sido catalogado por el periodista Jenaro Villamil como “un híbrido político que combina una aparente modernidad mediática de los líderes de la nueva generación con los métodos más arcaicos para ejercer el poder”[1]
El Gobernador del Estado de México personifica la mercadotecnia política que cada vez se acrecienta más, pues responde a la posmodernidad, la cual ha traído consigo nuevas exigencias y tentadoras ofertas a la política y a los medios de información.
La modernidad líquida ha ponderado desde hace ya varias años el uso de técnicas de mercado que agilicen la compra-venta de productos; hoy todo está en oferta y no se vislumbran límites a pesar del riesgo de ciertos elementos que dotan a la sociedad de estabilidad, como es el caso de la democracia.
El marketing político, al convertir a la política en un producto de consumo, conlleva necesariamente a intereses económicos y a un consumo planeado, sin preocuparse en la formación de ciudadanía y realizando lo posible para llegar a un último objetivo sin tener un proyecto planeado.
Esta técnica provoca que los partidos políticos olviden lo que debiera ser su estandarte, es decir, sus planteamientos ideológicos, y en su lugar le dan más importancia a la imagen y a las herramientas que ayuden a conseguir el mayor número de votos sin asignarle tanto valor a las propuestas políticas que conlleven a soluciones reales.
De esta manera resulta muy complicado entender la política, pues las distintas herramientas que utiliza la convierten en un proceso que experimenta, cada vez con mayor intensidad la hibridación.
“La hibridación puede ayudar a dar cuenta de formas particulares de conflicto generadas en la interculturalidad reciente en medio de la decadencia de proyectos nacionales de modernización en América Latina”[2]
En el caso del político que se perfila para ocupar la silla presidencial en el 2012, se aplican las más variadas técnicas de marketing, así como prácticas políticas usadas por el priísmo.
Es la primera vez donde se le está cediendo tanto espacio televisivo a un gobernador, y no únicamente en spots que engrandezcan sus “acciones políticas”, sino en programas de espectáculos donde figura como el galán del momento.
Lo anterior son prácticas “[...] que existían en forma separada, [y que hoy] se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas”[3]
Por ello es importante plantear “a dónde conduce la hibridación y si sirve para reformular la investigación intercultural”[4] Evidentemente ayuda a comprender y a descifrar mezclas de elementos usados en la política.
Pues en el caso de Peña Nieto ya no se sabe si se habla de un político, o de un galán codiciado…. “[…] es un personaje de la pantalla con gran visibilidad. Su apariencia física, sus romances, sus discursos y hasta sus alianzas nacionales son el resultado de un guión mediático- político”[5]
Ante esta situación se debe reflexionar hasta donde estos “casos de las mezclas pueden ser productivas y cuándo generan conflictos debido a lo que permanece incompatible o inconciliable en las prácticas reunidas”[6]
Ya que para solucionar los problemas sociales, hacen falta más que promesas, bonito rostro, copete como el de ninguno, tener novia de telenovela y ser dependiente del poder mediático; definitivamente no sirve dejar de lado la acción política democrática[7] por un reality show.
[1] Villamil, Jenaro. Si yo fuera presidente, p. 15
[2] García Canclini, Néstor. Culturas híbridas, p. II
[3] Ibídem, p. III
[4] Ibídem, p. VII
[5] Villamil, Jenaro. Op. Cit; p. 17
[6] Ibídem, p. VIII
[7] Término usado por Martín Plot contrario al kitsch y a la política ideológica.

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